21 de Agosto. Triacastela-Portomarín.
Fue horrible. Horrible. Y precioso al mismo tiempo. Galicia es preciosa. Hacía un frío increible para el que seguramente no estábamos preparadas, y a eso había que sumar el cansancio acumulado del día anterior. Caminos en bosques cubiertos por la niebla, valles verdes a lo lejos, pueblos perdidos en la historia, y un olor a vaca que echaba para atrás. Muchas subidas, iguales bajadas, caminos de barro, torrenteras llenas de piedras imposibles de transitar, pero sobre todo nos acompañó la sensación de que las piernas no daban más de sí y habíamos quedado con Luisa y Eduardo en Portomarín para comer…
Por fín el río Miño aparece, vemos a lo lejos Portomorín como una revelación, sólo hay que cruzar el puente y llegar a la plaza mayor…, pues no, otra vez la mala suerte que parece perseguirme con mi jodida rueda trasera. Pincho, mejor dicho, reviento, y no os podeis imaginar lo que agradecí que Eduardo que nos salvara del infortunio y nos recogiera. Comimos con nuestros amigos, para nosotros ese día los salvadores, y nos fuimos a la piscina por la tarde a refrescar nuestros músculos magullados, y a enseñar a todo el mundo nuestro moreno ciclista último modelo. Bienvenidos amigos al camino de Santiago…
Y más fotos…